del Libro SUSANA DUPETIT "LA ADICCION A LAS DROGAS"
Resumen de los Alumnos: Mariana Martín, Patricia Díaz, Florencia Olivera, María Sol Mouriño y Manuel Variné
CAPITULO 6: LOS INDIVIDUOS Y LOS GRUPOS. LA FAMILIA
La primera experiencia social del individuo humano es la familia, en la interacción familiar se establecen los primeros pactos de convivencia a través de las identificaciones con las funciones materno-paternas, esos primeros pactos constituyen los diferentes roles que el individuo desempeña en esta interacción.
El medio familiar propone pautas y modos de conducta, al igual que el individuo, éstas son aceptadas o rechazadas, por uno y por otro en un intento continuo de adaptación.
En esta interacción el individuo aprende normas o valores, cuando acepta, pacta o cuando se identifica a ellas y las hace propias asume un rol. Cuanta mayor libertad brinde el medio para variar y ensayar distintos roles, mayores posibilidades tendrá el individuo para conectarse y acceder a otros grupos y para tener un conocimiento objetivo de la realidad.
Estas posibilidades redundarán en una conducta estable para resolver los conflictos de un modo esperable, y progresiva en cuanto a la modificación y creatividad en la interacción con el medio, ambas cuestiones típicas de una persona normal.
Por el contrario, un medio familiar más restrictivo que ofrece menores posibilidades de ensayo de roles contribuirá a una conducta estereotipada y rígida, característica de una cosmovisión omnipotente. Esta dependencia de la mente adicta se expresará no solo en la adicción a las drogas, personas, vegetales, etc. sino en la elección de grupos de pertenencia, los que tendrán características similares a la familia: rigidez y estereotipia en el desempeño de los roles (esto si es que logra conectarse con el afuera de la familia).
A modo de ejemplo citamos un caso: Aldo, 7 años, una hermanita de 2 años. La mamá (25) trabaja en casa cosiendo para una fábrica, el papá (27) maestro mayor de obras. Consultan por indicación de la maestra de 1°grado que dice que a partir del segundo semestre notó en Aldo un alto grado de distracción.
A la primera entrevista concurre la madre con los dos hijos, el padre no, por sus horarios de trabajo. La mamá no encuentra razones para explicar el cambio de Aldo, no había ningún acontecimiento familiar ni escolar que pudiera perturbarlo.
Se realizaron estudios diagnósticos que incluyeron test, hora de juego, estudios clínicos y neurológicos, y reuniones con el grupo familiar.
En una sesión con toda la familia el padre cuenta que Aldo se animó a contarles algo que le había pasado, lo excusa diciendo que son cosas difíciles de contar en público, la madre dice que tal vez le de vergüenza, y el padre con la mirada lo habilita a hablar diciéndole que son cosas normales que a todos les han pasado, incluso a él mismo. Es el padre quien cuenta que otro chico manoseó a Aldo en el baño “esas cosas que hacen los chicos” “curiosidad por saber” “uno se siente mal pero si lo puede hablar con el viejo, o la vieja…” “tratamos de que el asunto no se convierta en una serie de televisión” (este comentario del padre hace que todos se rían y que el clima se distienda). Allí interviene el terapeuta preguntándole a Aldo si tal vez esto se relacione con celos y curiosidad de saber cómo hicieron los papás a su hermanita y a él. Aldo dice que puede ser, que su amigo con una chica también hacían cosas como los grandes…”curiosidad, puede ser”. La mamá acota que todos quieren saber, ellas y ellos… y todos se vuelven a reír.
Esta familia muestra roles variados, los padres flexibles, con mucha libertad de ponerse en el lugar del hijo, le permiten a él también ponerse en el lugar del compañero, de su hermanita, de ellos mismos. Sin perder la intimidad de la pareja adulta, ni de exponer la intimidad del hijo, no se cierran al entendimiento entre ellos, ni con el mundo exterior.
El informe psicológico y neurológico coincidió con el estudio familiar en que Aldo era un niño normal.
Otro ejemplo:
Juan, 7 años y medio, fue traído por sus padres por su conducta en la escuela. La maestra se preocupó al ver una alternancia entre momentos de distracción y otros de excitación eufórica, que culminaban siempre en un pedido de ir al baño. La asistencia de Juan a la escuela era muy irregular y solía llegar siempre tarde.
La excitación iba en aumento junto con la concurrencia al baño y las llegadas tarde. La situación hizo crisis cuando fue encontrado en el baño con otro compañero, semidesnudo, con rouge y olor a alcohol. Tenía en su poder un jarabe para la tos, un rouge, una soga, fósforos, y unas medibachas de la hermana. El escándalo fue tal que trascendió a todo el barrio y la escuela.
La madre (40 años, ama de casa) muy amante de si misma, muy preocupada por conservar la juventud, se había sometido a operaciones quirúrgicas estéticas, riesgosas e innecesarias, además su excesiva necesidad de parecer femenina (a un punto obsesivo) la hacían tener gran cantidad de cremas y productos de maquillaje.
El padre (45años, viajante de 2 empresas muy importantes) su trabajo hacía que su ausencia fuera total, no hacía ningún esfuerzo por saber nada de sus hijos ni de su mujer, los consideraba totalmente ajenos, recalcaba la falta de ética y superficialidad de su mujer.
Vivían el matrimonio, sus hijos (Juan y tres hermanas mujeres de 20, 18 y 15 años) y un tío de raras costumbres (estaba siempre encerrado en su habitación y solo salía de noche).
A la 1° consulta concurren todos, la interacción familiar se puede considerar típica de la familia de un adicto y muy emparentada con la del esquizofrénico.
Juan no tiene espacio vital en su grupo familiar, la única oferta es la del tío que vive con él, que tampoco parece ser la más adecuada. Sus hermanas se limitan a un acuerdo, una pelea o un sálvese quien pueda. Este niño no tiene camino hacia el afuera del mundo familiar porque está cerrado por las descalificaciones. En esta familia no hay descripción del problema que los trae a la consulta, por lo que se está negando su existencia y cerrando el camino a la solución. .
El informe reveló que Juan había sido iniciado en la homosexualidad por su tío, a los 4 años y medio, primero hubo conductas masturbatorias que culminaron en prácticas homosexuales concretas, bajo amenaza y juramento de silencio. Juan sufría de pánico crónico, que intentaba aliviar con actos impulsivos de seducción a otros niños de su edad. Había sufrido desde pequeño una carencia de interés muy severa por parte de los padres, carencia que trató de suplir con el tío (que no solo lo inició en la homosexualidad sino en la ingesta de alcohol). Las relaciones entre tío y sobrino fueron denunciadas por personal doméstico que fue rigurosamente despedido por infamia. El padre, que se enteró de esto en las sesiones solo se encogió de hombros.
Juan no terminó el tratamiento, al cabo de las 10 horas de juego y otras tantas reuniones familiares los padres decidieron separarse y lo sacaron del tratamiento.
En este segundo ejemplo se observa que la ofertas de roles provista al niño es casi nula. No se habla directamente sino solo para mantener un argumento en contra de alguien. El niño parece no existir. Los padres son rígidos en su estereotipada conducta, tienden a no poder ponerse en el lugar de ningún otro que no sean ellos mismos, requiriendo cada uno, una permanente atención. La descalificación de la conducta de los otros miembros de la familia es evidente, no escuchan lo que el otro tiene para decir, salvo si es para pelear.
En la interacción familiar del adicto, no sólo se observa poca oferta de roles y rigidez en el desempeño de los mismos. Hay una particularidad en la normatividad que en principio está propuesta por los padres y que luego termina por compartir toda la familia. Esta particularidad reside en que son familias en las cuales los valores éticos que defienden de palabra, se alejan de la aplicación de las normas y pautas de conductas necesarias para su sostenimiento. Es decir, los padres muchas veces propician una ética y una moral que no practican. Cuando sus hijos se comportan de la misma manera, los padres reaccionan en contra de ellos.
Es una especie de normatividad para el afuera, hacia adentro la regla es la ruptura de esas normas sin que nadie manifieste incomodidad. Se establece una lucha por ver quien es más importante y tiene más posibilidades de éxito en la vida.
Una vez conseguido el objetivo, siempre inmediato, la comunicación se interrumpe hasta la nueva contienda, lo que da a las relaciones un matiz de inconsistencia característica.
En algunas ocasiones cuando la situación social amenaza y como reacción a la actitud de los miembros adictos que comprometen a la familia, los dos padres se ponen de acuerdo para actuar juntos. Este acuerdo dura poco. También suelen ser frecuentes las consultas a especialistas en salud mental, a los cuales comprometen a una situación de espectador descalificado y terminan con la interrupción del tratamiento. La motivación profunda, determinada por la historia vincular de cada miembro de la pareja parental, que impulsa estos actos es inconsciente.
Los hijos comparten, durante el desarrollo de la historia familiar esta contradicción permanente entre los valores ofrecidos y las posibilidades de lograr alcanzarlos. No todos los miembros de la familia comparten la adicción a las drogas, aunque es frecuente que compartan la dependencia adicta. Esto siempre y cuando el tipo de interacción haya permanecido fija, esto no siempre es una regla ya que el tipo de organización familiar depende de múltiples factores: duelos, enfermedades, crisis económicas, etc. y por lo tanto la estabilidad-inestabilidad, flexibilidad- rigidez de las conductas individuales puede variar.